The Turn of the Screw (en español Otra Vuelta de Tuerca o La Vuelta de Tuerca) es una novela del escritor estadounidense Henry James, publicada en 1898.
Trata sobre una institutriz que es llamada a cuidar de dos niños huérfanos en una vieja mansión victoriana. Poco a poco, la protagonista comenzará a conocer el pasado de la casa, y lo que en un principio parecía una tarea que podría llegar a ser agradable, se convierte en una auténtica pesadilla. Resultó ser que la anterior institutriz, la señorita Jessel, y el ayuda de cámara del patrón, Peter Quint, habían tenido una oscura relación, en la que se deduce que muy probablemente los abusos estaban el orden de día. Finalmente esta institutriz acaba muriendo, lo cual deja profundamente traumatizados a los niños, por lo que la nueva maestra intentará ayudarles. Sin embargo, al comenzar su acometido, comienza a escuchar voces y canciones, y ve las imágenes de su predecesora (muerta en extrañas circunstancias) y de Peter Quint, en forma de apariciones fantasmagóricas (tema muy tratado en la literatura de Henry James). Además, la historia está muy sexualizada, y se mencionan las relaciones entre los criados e incluso entre el criado y los niños. Todo esto llevará también a la protagonista a traumatizarse.
Pero lo más especial de la novela no es su argumento, sino la forma en que fue concebida. James la escribió para que pudiera ser interpretada de diversas maneras, y para ello introdujo un elemento clave en la narración: la institutriz. Ella es la narradora, la que nos guía a lo largo de la novela y la que nos cuenta sus experiencias con los fantasmas. Sin profundizar demasiado, podemos pensar en dos interpretaciones.
En primer lugar, podemos creer que la institutriz ve las apariciones, y efectivamente estas son reales. Que tanto ella, como los niños, como el ama de llaves, por ejemplo, ven los a espíritus, pero quieren convencerla a ella de que no son reales, debido a su angustia interna. Por lo tanto, concluimos que los fantasmas sí son reales.
La segunda posible interpretación es que dichos fantasmas no existen. Ni los niños, ni el ama de llaves, ni nadie en la casa son capaces de verlos, y todo se limita a los pensamientos e imaginaciones de la institutriz, la cual probablemente sufra algún tipo de trastorno mental muy serio.
David Pérez Vicente 1ºBach B
No hay comentarios:
Publicar un comentario