Una vez que Jane llega a su nuevo hogar, es recibida por la señora Fairfax, una señora muy amable.
Al día siguiente conoce por fin a la niña de la que será institutriz, Adèle, muy habladora e inteligente aunque un poco perezosa. Ella habla principalmente francés, por lo que le viene muy bien que Jane lo haya estudiado en Lowood.
Pasan los aburridos meses de invierno y un día que ella decide acercarse a la ciudad se encuentra a un caballero herido con su caballo y su perro. Jane le ofrece su ayuda y también acompañarlo hasta Thornfield, la mansión en la que ella trabaja. Él lo rechaza.
Cuando por fin ella vuelve a casa se encuentra al hombre de antes, que resultó ser el señor Rochester, dueño de la mansión y encargado de Adèle.
Al principio, ninguno de los dos está muy cómo con la presencia del otro en la casa, aunque Jane sí afirma que todo e más entretenido que antes. Pero poco a poco van hablando y cogiendo algo de confianza entre ellos.
Un día por la noche, Jane escucha un ruido y se levante, encontrando un incendio en la habitación del señor Rochester. Lo apaga rápidamente salvándole la vida. Él se lo agradece y ambos comentan la risa que escucharon, seguramente de una de las criadas, Grace Pool.
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