Después de lo que ocurrió en lo que habría sido el día de su boda, Jane toma la decisión de abandonar Thornfield y al señor Rochester. Él intenta convencerla de que se quede, pero después de horas rogando, ella no cambia de idea y se marcha sin despedirse, mientras todos duermen.
Usa todo su dinero en transporte, y al llegar a un pueblo lo suficientemente alejado, no tiene nada para comer ni un lugar para dormir; tampoco tiene la suficiente valentía para mendigar por ello e intenta intercambiar lo poco que tiene, pero no funciona.
Decide pasar la noche en el bosque. Allí encuentra una cabaña, llama y pide que le dejen entrar, aunque hasta que llega el hermano mayor eso no sucede. La cuidan, le dan de comer y una cama hasta el momento en el que todos tienen que marcharse a sus respectivos trabajos: las dos hermanas, la "criada" y el señor Rivers. Este último le ofrece trabajo de profesora en un colegio para niñas pobres que acaba de abrir; también un pequeño hogar cercano al colegio. Jane acepta encantada.
Todo va bien en el colegio, le encanta enseñar y las niñas aprenden rápido.
Un día, el señor Rivers le trae una carta, en la cual descubre que su tío que vivía en Madeira ha muerto y le ha dejado toda su herencia; ahora es rica. Pero las sorpresas no acaban ahí, pues también descubre que Rivers y sus hermanas, son sus primos. Jane enseguida decide partir la cantidad en cuatro partes, dejar de trabajar y remodelar la casa.
Tras un tiempo viviendo todos juntos, su primo le pide que vaya con él a La India, pero como su mujer, y ella se niega, no saldría bien.
En su lugar parte a ver al señor Rochester, a quien echa mucho de menos. Cuando llega a Thornfield todo está en ruinas, aunque él está bien.
Cuando por fin lo encuentra, descubre que ha perdido una mano y la vista, pero eso no cambia nada para Jane. El señor está muy contento de tenerla de vuelta y enseguida se casan.
Se quedan a vivir juntos a partir de ese momento, recuperando el tiempo perdido.
Lucía Alcázar 1ºB
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